Racismo y genocidio sin fin: Manifiesto de la Coalición Negra Por Los Derechos sobre la masacre de Jacarezinho – Río de Janeiro – Brasil

Nosotras y Nosotros de la Coalición Negra por los Derechos, denunciamos al mundo que vivimos en un país en el que mañana podemos estar muertos, por el hecho de ser negra/negro. Ya sea por coronavirus, hambre o bala, el proyecto político e histórico del genocidio del pueblo negro avanza en Brasil de una manera sin límites y sin la posibilidad concreta de supervivencia. En pleno apogeo de la pandemia en el país, donde el gobierno implementa pocas o ninguna medida de protección, el 6 de mayo de 2021 vivimos uno de los capítulos más tristes de nuestra trágica trayectoria de violencia urbana.

La chacina en Jacarezinho, una favela en Río de Janeiro, ha contabilizado hasta ahora al menos 25 muertes. Vidas e historias exterminadas por las fuerzas del Estado, sin respeto a ningún derecho previsto en la ley. Cuerpos cuya humanidad y ciudadanía se les niega durante la vida y la muerte. Los asesinatos fueron resultantes de un operativo policial ilegal – puesto que ya existía la prohibición de realizar este tipo de acción policial durante la pandemia por parte del Supremo Tribunal Federal (STF). Desde junio de 2020 hasta marzo de este año, más de 823 personas murieron en operaciones policiales, a pesar de la prohibición de la Corte Suprema (Favelas ADPF). El gobernador del estado de Río de Janeiro, Cláudio Castro, apostó por la desobediencia deliberada de esta orientación. Él es directamente responsable de las muertes.

La masacre en Jacarezinho es la primera en el listado de exterminios que marcan la triste y violenta vida cotidiana de las favelas de Río de Janeiro y que expone en grande el racismo presente en la sociedad brasileña. Esta es otra masacre contra la juventud y contra los hombres negros, otra tragedia que afecta a las madres, familias y comunidades negras. Nunca olvidaremos la masacre de Vigário Geral, el 1993, con 21 muertos; la matanza en la favela Alemão, el 2007, con 19 muertos; las recientes masacres en Fallet / Prazeres (2019), con 13 muertos y, nuevamente, en el Complexo do Alemão (2020), con 13 muertos más. Tampoco olvidaremos la masacre en Jacarezinho.

Los informes de los vecinos de la comunidad señalan el terror y las atrocidades practicadas por los agentes de la policía. La artillería pesada y las explosiones de granadas formaron un escenario de guerra. Se invadieron casas y se llevaron a cabo ejecuciones sumarias delante de los miembros de las familia, incluidos niños(as). Una comunidad de más de 40.000 personas atrapadas bajo helicópteros a baja altura con francotiradores. En todo momento surgen nuevos informes sobre personas desaparecidas y denuncias de cambios en los escenarios del crimen ante los forenses. Además de los reportes, hay varios registros en video de casas y calles cubiertas de sangre, que se vuelven virales en Internet.

Como si no bastara el trágico escenario nacional con más de 410 mil muertos en la pandemia Covid-19, debido a las acciones negacionistas del gobierno de Bolsonaro (la falta de vacunas para inmunizar a la población, los más de 14 millones de desocupados, el crecimiento de la pobreza y de el hambre que afecta a miles de familias brasileñas), vivimos otro capítulo de barbarie genocida. La Chacina en Jacarezinho es una afrenta a la sociedad brasileña. El estado y sus gobernadores deberían preocuparse, principalmente, por salvar vidas, pero hacen lo contrario.

Lo que vimos en Jacarezinho fueron ejecuciones sumarias de individuos elegidos como enemigos públicos por su origen racial. El color de los muertos en este y en las innumerables operaciones militares en las periferias urbanas del país revelan la práctica sistemática del genocidio de la población negra brasileña. En el año 1951, el movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos acusó a ese país de genocidio de su población negra a través de la histórica petición “Nosotros acusamos de genocidio”. La petición es paralela “el asesinato bárbaro de millones de judíos” y “negros asesinados a causa de su raza”. Además, en Sudáfrica, activistas negros y negras han llamado la atención del mundo durante más de cuarenta años sobre el terror racial del régimen del apartheid, lo que ha llevado a la ONU a condenar al régimen en 1973 y a declarar sanciones económicas en los años siguientes.

El movimiento negro brasileño ha pedido sistemáticamente la solidaridad mundial para denunciar el genocidio anti-negro impuesto por el Estado brasileño. ¡Es genocidio! Tomando la definición de la ONU, de la que Brasil es signatario, “se entiende por genocidio (…) actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Al mirar el número de muertes de personas negras por parte del estado brasileño, el proceso de genocidio es evidente. Solo en el año 2020, más de 5.600 personas fueron asesinadas por la policía en Brasil – este número es cinco veces la cantidad de personas asesinadas por la policía en los Estados Unidos. Hay una muerte sistemática de jóvenes negros(as) y mujeres de la periferia brasileña. Al menos el 75% de las víctimas del terror policial pertenecen a este grupo racial. La situación requiere una postura de la comunidad internacional, el sistema de la ONU y la sociedad civil global sobre el genocidio negro que estamos viviendo en Brasil. Las vidas de la personas negras brasileñas importan y necesitan solidaridad mundial.

En el año 1994, un grupo de pastores de una pequeña comunidad en el interior de Ruanda escribió una carta al líder de su congregación pidiendo ayuda ante un peligro inminente. La carta, inmortalizada en una publicación de Philip Gourevitch, titulada “Deseamos informarle que mañana nos matarán”, fue ignorada. Todos fueron asesinados. Más tarde, el llamamiento se convertiría en una denuncia del desprecio del mundo por las más de 800.000 víctimas del genocidio en Ruanda.

A partir de este ejemplo, es urgente poner fin a esta situación sistémica de violencia para evitar tragedias aún mayores. Es fundamental que las fuerzas policiales, el gobernador Cláudio Castro y el estado de Río de Janeiro sean responsabilizados por esta masacre. Por lo tanto, nosotros y nosotras de la Coalición Negra por los Derechos exigimos:

I – Informar los protocolos utilizados para prevenir el uso de la fuerza letal y la victimización de la población civil, especialmente de raza negra, en los términos de la resolución;

II – Que se garantice una investigación independiente, ágil, transparente e imparcial, realizada por un organismo independiente, ajeno a las fuerzas de seguridad e instituciones públicas involucradas en el operativo, en los términos de la obligación;

III – Que se constituya un órgano de expertos independientes para garantizar la imparcialidad y la transparencia de la investigación de los asesinatos, observando los términos del Protocolo de Minnesota;

IV – Que los familiares de las víctimas y todas aquellas personas que hayan sufrido violaciones sean debidamente reparadas;
V – Que exista una acción enérgica del Ministerio Público del Estado de Río de Janeiro y del Ministerio Público Federal para que las fuerzas policiales rindan cuentas;

VI – La inmediata destitución de las fuerzas policiales de los responsables de la masacre en Jacarezinho;

VII – Que se cumpla la decisión del STF en las Favelas ADPF;

VIII – Que se implemente la condena internacional recibida por Brasil en el caso Favela Nova Brasília, también ubicada en Río de Janeiro;

IX – Que el Estado de Río de Janeiro elabore un plan para la reducción de la violencia policial y la letalidad, como ya recomendó la Corte Interamericana de Derechos Humanos;

X – Que se adopten políticas de protección a la seguridad y la integridad de los testigos que viven en la comunidad de Jacarezinho, así como de los(as) defensores(as) de derechos humanos que actúan en la comunidad y en la denuncia de este caso.

El próximo 13 de mayo – fecha marco de la histórica de la abolición formal de la esclavitud en Brasil –, llamamos a manifestaciones en todo el país para acabar con el genocidio del pueblo negro, los operativos policiales homicidas, la matanza diaria. Sin bala, sin hambre y sin Covid. ¡Queremos vivir!

Necesitamos poner fin al genocidio del pueblo negro. La población negra y de las favelas también es digna de los derechos humanos.

No olvidaremos la masacre de Jacarezinho.

¡La vida de negros y negras importa!